sábado, 8 de febrero de 2014

BREVE CONCEPCIÓN DE SEGURIDAD INTEGRAL

Breve Concepción de Seguridad Integral

El Ecuador del siglo XXI es una nación que se erige como un Estado garantista, que tiene como premisa principal la voluntad de construcción de una nueva forma de convivencia ciudadana para alcanzar el buen vivir; el sumak kawsay, voluntad plasmada a lo largo de su actual Constitución.
Dentro de esta definición del buen vivir, que de forma extensa se detalla en doce estrategias nacionales y doce objetivos nacionales se encuentra de forma tácita la voluntad de crear en el ciudadano una alta percepción de seguridad al cobijo del Estado.
Con base en lo expresado anteriormente el desarrollo de este ejercicio académico irá en torno a conseguir una clara comprensión de los términos “Seguridad Humana”, “Seguridad Integral” y determinar cuál es la base que los sustenta. De ahí que los principios de la seguridad pública y del Estado se encuentran claramente establecidos en la CPE: Integralidad, Complementariedad, Prioridad y Oportunidad, Proporcionalidad, Prevalencia, Responsabilidad.
Estos principios denotan el espíritu que persigue el Estado en darle la consistencia y con el marco humanista al concepto de seguridad, dejando de ser una simple etimología para pasar a ser un conjunto de sistemas que amparan la acción del Estado.
El concepto de seguridad a lo largo de la historia ha tomado muchos matices. Desde que comenzamos a luchar por los alimentos en la era primitiva hasta por la hegemonía por los recursos naturales. No obstante, esa relativa paz permite que cada conglomerado humano aproveche sus recursos bajo esta "percepción" de seguridad. Sin ella, no hay producción, y sin producción no hay desarrollo.

...Una Visión aislada de la Seguridad, desde la óptica reservada de la Seguridad Nacional se pasa a una Visión Participativa de la Seguridad con enfoque integral, transversal y alineado al Buen Vivir. Del enfoque de la Seguridad hacia lo policial y en lo militar con énfasis en la defensa del territorio se pasa a un enfoque de la Seguridad hacia el ser humano, eje fundamental para el diálogo ciudadano y la seguridad sobre la base de una capacidad reactiva a una Seguridad sobre la base de una planificación integral y con carácter preventivo.

Consideremos ciertas definiciones que de forma gradual nos permitirán ir conociendo respecto de este importante tema. Es así que la Real Academia Española, define la Seguridad como: “Cualidad de seguro. Certeza”. Esta palabra, que tiene su origen en la locación latina “Securita”, se la define también como la ausencia de riesgo o la confianza en alguien o en algo. Muchos autores han buscado definirla, mas sin desmerecer a ninguno, es importante recoger no solo la definición, sino también la importancia que Abraham Maslow le otorga en su teoría psicológica conocida como “La pirámide de Maslow”. En esta obra, Maslow sostenía la existencia de una jerarquía de necesidades humanas, afirmando que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados. Dentro de grupo de necesidades básicas se encuentra las necesidades de seguridad y protección.
A este grupo de necesidades es a la que sin duda se refiere nuestra Constitución en su artículo 393 cuando prescribe: “El Estado garantizará la seguridad humana a través de políticas y acciones integradas, para asegurar la convivencia pacífica de las personas, promover una cultura de paz y prevenir las formas de violencia y discriminación y la comisión de infracciones y delitos. La planificación y aplicación de estas políticas se encargará a órganos especializados en los diferentes niveles de gobierno”.
Pero ¿Que es la seguridad humana? La Comisión de Seguridad Humana, CSH, de la Organización de la Naciones Unidas, ONU, define a la seguridad humana como: “Protección del núcleo vital de todas las vidas humanas de forma que se mejoren las libertades humanas y la realización de las personas”.
La seguridad integral es observada como un proceso en el que mediante un esfuerzo sistémico por parte de los entes reguladores, coordinadores y ejecutores dará como resultado esa "percepción" de seguridad al hombre, a la comunidad, a la sociedad y a la región en general; experimentándose una vivencia real en materia de derechos humanos y con el pleno ejercicio de libertades civiles, políticas, económicas, sociales y culturales.
  La evolución en tema de seguridad, en nuestros días, se ha vuelto tan vertiginosa que conforme los avances tecnológicos y el desarrollo del conocimiento han intrincado a la humanidad, aparecen propuestas interesantes que, amparadas en un marco teórico de la defensa, avalan aún más la importancia de la seguridad integral.

En éste contexto la RAM (Revolución de Asuntos Militares) se plantea como un proceso direccionado a desarrollar una “realidad estratégica” para ayudar a las áreas de Defensa de cada país, incluyendo reducción y centralización de prioridades de Seguridad Nacional, y logro del conocimiento de las nuevas amenazas tanto internas como externas.

Dicho esto, podemos concluir que:
El desarrollo de sistemas que garanticen la seguridad humana permitirá al Estado brindar la protección de los derechos de su población.
El emprendimiento de acciones por parte del Estado tendientes a generar un ambiente de seguridad integral contribuirá a que la sociedad desarrolle un estado de armonía, un fortalecimiento de la democracia y una mejor gobernabilidad.




martes, 7 de enero de 2014

Filosofía de la vocación militar

Desde el mismo momento que gestamos nuestras vidas, nacemos con algo, algo tan profundo que nos compele a abrir nuestros ojos y sumergirnos en este mundo lleno de expectativas que como diría HOBBES en su teoría acerca de la existencia humana “El hombre es el lobo del hombre”, que dejando a un lado la real dimensión de sus palabras, tomamos la idea que desde el primer día de nuestras vidas comenzamos a luchar, buscamos un espacio en nuestra sociedad. Y esto es lo que ocurre con quienes escogemos la carrera de las armas, pero con una particularidad, que nuestra profesión es una vocación, es una filosofía de vida y que aspiramos a convertirnos en seres preclaros nutridos de intangibles. Hobbes con los militares se equivocó, pues nuestro afán es de servicio, nos asisten los valores, no buscamos mediante intereses personales o grupales atentar contra la seguridad del prójimo. 

El Art. 158 de nuestra Carta Magna claramente señala nuestras prerrogativas: las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional son instituciones de protección de los derechos, libertades y garantías de los ciudadanos, teniendo como misión fundamental la defensa de la soberanía y la integridad territorial, además que la protección interna y el mantenimiento del orden público son funciones privativas del Estado y responsabilidad de la Policía Nacional. Bajo este mandato constitucional, nuestra profesión cimenta sus bases en un cúmulo de leyes y reglamentos, que alineados al más alto nivel, nos convertimos en representantes de los más caros intereses nacionales, sea porque empuñamos las armas para, en derecho, velar por el cumplimiento del citado artículo; o porque somos el bastión de la misma fe de toda una nación.

Entonces bajo esta premisa, es complejo asegurar que no existan amenazas, internas o externas. Sería impreciso señalar que nuestro profesionalismo deba cumplirse a “medias”, más aún cuando en nuestras filas, existen diferentes especialidades, y en las cuales, cualquier error o mediocridad puede llevar a la pérdida de vidas humanas. 

Ahora bien, la vocación militar al considerarse como “la respuesta a una vocación de servicio. Se parte, por tanto, de una actitud ante la vida que se centra más en los demás que en uno mismo, y esta vocación generosa se aplica a una escala de valores en la que la Patria destaca como algo a lo que vale la pena servir. Entendámonos: la Patria, no como una palabra hueca y grandilocuente, sino como nuestro patrimonio, que incluye el país, o sea, la tierra; la nación, es decir, la gente; el estado, como la nación organizada para la convivencia; y también la cultura propia, la historia común, la aventura compartida y los objetivos en los que convergen nuestros sueños y nuestras ilusiones colectivas”.(JP de SANTAYANA, La profesión militar y el pensamiento débil). De ahí que, bajo ningún concepto, la profesión de empuñar las armas, no puede ser considerada como un estadio de observación dialéctica, es decir, que sea, puesta en tela de duda la férrea formación que por centurias han tenido los soldados, por el hecho pertinente de una firma de paz, o porque las hipótesis son concebidas como escenarios variables, amenazas o factores de riesgo.

Sin lugar a dudas, esta concepción de seguridad, no puede bajo ningún punto de vista atentar contra la formación de los militares, aquellos que desde sus primeros pasos en la carrera de las armas, han sabido entender a la “carrera de las armas” como un dogma de fe, algo que trasciende, un cúmulo de intangibles con los cuales la persona va adquiriendo experiencia y con el devenir de los cargos, se van abriendo surcos de optimismo para el futuro de la Patria.